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Residuos

El pasado año fue el quinto consecutivo en el que se registró un descenso en la producción de basura doméstica, una caída que en parte se atribuye a la crisis económica. Sin embargo, el dato más relevante afecta a la recogida selectiva que ha disminuido en el último año en el 11,2 %, una caída que va mucho más allá de de la disminución en la producción de desperdicios y que se relaciona con un ejército de recicladores clandestinos que saquea los contenedores para subsistir.
Es significativo que la recogida selectiva de papel y cartón registre una reducción del 22 %, la de metales un 31 % y la de productos textiles un 35 %. Todo lo que puede ser objeto de monetizarse encuentra espontáneos dispuestos a ganarse unos euros. La recogida oficial pierde fuerza por la competencia de los que ven en los contenedores un asidero para ir tirando con lo que tiran los demás.

Con uno de cada cuatro catalanes sin trabajo, con el subsidio de desempleo  agotado, no es sorprendente que muchos desheredados no tengan dónde elegir. La opción de aprovechar materiales desechados es una vía que les permite capear el temporal instalados en la precariedad. Algunos ayuntamientos intentar combatir esa plaga de rebuscadores, algunos organizados, y multa a los que se dedican a una actividad que es un ejemplo de la emergencia social. Claro que esas infracciones acostumbran a quedar en papel mojado.
Las estadísticas de reciclaje están pinchando, pero el día en que la recuperación vaya en serio, las aguas volverán a su cauce y los contendores volverán a llenarse. O mejor, a no vaciarse antes de su recogida oficial.

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