La Conferencia Política del Psoe prácticamente coincidió con la presentación de un libro de Felipe González, que en el seno del socialismo tiene un valor casi demiúrgico. Lo que dice Felipe va a misa y el andaluz, que no da puntada sin hilo, ha titulado su última aportación a la discusión política “En busca de respuestas. El liderazgo en tiempo de crisis”. El cónclave socialista no pudo esquivar la aportación de Felipe en un momento en el que Psoe está bajo mínimos y se enfrenta a un cambio en su dirección y en el contenido de su proyecto.
Sostiene Felipe que Rubalcaba, exministro, exvicepresidente, secretario general del Psoe, es a su juicio la mejor cabeza de la escena partidista, el cerebro y estratega de largo alcance, pero las entrevistas constatan que tiene un grave y quizá insuperable problema de liderazgo social. Le faltan apoyos internos y externos, y viene a sugerir que su tiempo ya pasó, que el futuro no es suyo. No cierra una etapa, pero deja abierto en canal el problema de la sucesión y el de las primarias, un debate que a estas alturas ya no puede hurtarse.
Porque las últimas encuestas señalan que casi el 80% de los que votaron al Psoe en las pasadas generales no quieren a Rubalcaba como cabeza de lista, y sobra apostillar el rechazo que alcanza el actual secretario general. Concita muchas más fobias que filias y la demoscopia refuerza la idea de que en términos de expectativas electorales es mayor la distancia del Psoe con el PP, que con IU. Un descalabro.
Y la lógica política parece indicar que la titánica tarea que espera al Psoe es recuperar el espacio perdido, el que ha dejado libre a la izquierda.
