El 26 junio, cuando tomaba un avión a Barajas, la policía aduanera del aeropuerto de Santa Cruz (Bolivia) le encontraba 700 gramos de cocaína. Desde aquel día, el discapacitado sabadellense José García Fernández, 37, pasa por un calvario de palizas, extorsiones y vejaciones en las cárceles bolivianas.
Su hermano, en el paro y vecino de Ca n’Oriac, Manuel García Fernández, 36, se desvive por mejorar su situación penitenciaria, sanitaria y judicial. Con una vitalidad y energía que ni él se conocía, realiza gestiones diarias en todos los frentes. Pero sin dinero y a tanta distancia no puede mas que llorar su impotencia.