Opinió

Ciudadanos (2)

Todo nacionalista o cristiano, como ciudadano, está obligado a respetar los semáforos, a cumplir la ley; pero no todo ciudadano está obligado a ser nacionalista o cristiano porque tanto la religión como el nacionalismo son voluntarios, no exigibles, por lo menos en nuestros días.
Muchos ciudadanos de los que en elecciones autonómicas nunca van a votar el 21-D han ido a votar y, mayoritariamente, han votado por Arrimadas. Ha sido la respuesta a la afirmación del catalanismo oficial de que los que no votaran independencia no eran catalanes, como si quien no asumiera el delirio de la tribu fuese un marciano, como si toda Cataluña fuera de su propiedad.
Una Cataluña marginada, silenciada y ninguneada ha salido del armario, se ha hecho visible y su victoria pone en cuestión los mitos separatistas de la mayoría social y de “un sol poble”.
Unos intelectuales, Arcadi Espada, Albert Boadella, Iván Tubau, Félix de Azúa, Xavier Pericay, cito de memoria, todos ellos antinacionalistas, es decir, tan anticatalanistas como antiespañolistas, excepto Francesc de Carreras, “no nacionalista”, fueron el embrión de ciudadanos, “un partido anticatalanista pero no anticatalán”.
El 7 de junio de 2005 se dio a conocer el manifiesto inicial de Ciudadanos. Decía así: “Es cierto que el nacionalismo unifica transversalmente la teoría y la práctica de todos los partidos catalanes hasta ahora existentes; precisamente por ello, está lejos de representar el conjunto de la sociedad. Llamamos, pues, a los ciudadanos de Cataluña identificados con estos planteamientos a reclamar la existencia de un partido político que contribuya al restablecimiento de la realidad.”
Por parte de la derecha y de la izquierda institucionales se calificó a los fundadores de Ciudadanos de cavernarios, agitadores, resentidos, pijos y otros tópicos insultos.
El mito de “un sol poble” al igual que el de la mayoría social también ha decaído. Tras la irrupción de un amago de “Partido Andalucista”, enseguida neutralizado por las artes corruptoras del entonces Muy Honorable, tanto la burguesía como la izquierda se pusieron de acuerdo en domesticar la masiva inmigración española instalada en Cataluña. La fórmula fue la de “un sol poble”. Ello fue relativamente fácil. Sin cuadros, la inmigración española fue la que en la calle plantó cara al franquismo mientras los catalanes se lo miraban tras los visillos. La prueba del nueve de ello es que a principios de 1976, aún en pleno régimen, de los 13 detenidos en Sabadell solo uno era catalán: Antoni Farrés i Sabater.
Lo de “un sol poble” fue un engaño porque la cultura de los mal llamados inmigrantes, que eran tan españoles y tan ciudadanos como los catalanes, nunca formó parte del presunto único pueblo catalán. Y yo recuerdo los aspavientos de Raimon Obiols cuando en las fiestas del partido algunos se arrancaban por sevillanas.
Se impuso la inmersión lingüística sin que en las preinscripciones figurara la casilla por la que los padres pudieran escoger la lengua vehicular para sus hijos, tal como así preceptúa el artículo 14 de la Ley de Normalización Lingüística de 1983 en consonancia con el artículo 21 de la Ley de Política Lingüística de 1998, ambos textos teóricamente acordes con el principio de Pi y Margall de estar la soberanía individual por encima de la soberanía nacional.
Se adoctrinó a los alumnos, no tanto por parte de todos los profesores como de la Generalitat. Ello se compagina con lo revelado por el Muy Honorable en La Vanguardia de 5 de noviembre de 1993: “Seguiremos con nuestra política de recuperación del catalán, a costa del castellano.”
En suma, a Ciudadanos le corresponde que la razón ciudadana se imponga a la pasión nacionalista y el próximo envite, como dijo Albert Rivera en la noche del 21-D, tiene que ser “derrotar al nacionalismo en España como lo hemos hecho en Cataluña e iniciar un proyecto ilusionante para todos”, la España que soñó aquel adelantado a su tiempo que fue Francesc Pi y Margall.

“Tanto la burguesía como la izquierda se pusieron de acuerdo en domesticar la masiva inmigración española instalada en Cataluña”

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