Después de leer la pregunta de Juan Reyes: “¿Son las vacaciones la prueba para la vida en pareja?. Se me ocurre esta aportación:
Hay más separaciones después del verano. Generalizando mucho, parece que hay dos explicaciones: 1) Que las muchas horas de actividad conjunta, se convierten en una fuente de discusiones y peleas. 2) Que durante el verano los cónyuges maduran la intención, que ya habían elaborado anteriormente: la ruptura. En el primer caso, un aumento de la convivencia, deteriora la relación. Y en el segundo, una idea de separación ya esbozada, se consolida.
En relación a la manera de evitar las discusiones durante las vacaciones, he sacado de diferentes medios los siguientes consejos: “No ilusionarse demasiado, muy importante. Planificar con tiempo y decidir conjuntamente. Hablar pausadamente y sin ofender. Hablar, y escuchar, poniéndose en el lugar del otro. No tocar ciertos temas pues en todas las familias hay temas que conviene eludir. Y mucha manga ancha. Es decir, si todo te va bien, mejor!”. (..).
El otro día, presencié la interacción de una pareja joven. Por las miradas, los movimientos de las manos y por el tono de las palabras, y por los fragmentos que me llegaban, me pareció, que no habían leído los consejos mencionados.
