Opinió

Cajas

La  reordenación del sector financiero, con acento en las cajas, es un proceso no exento de sorpresas. Algunas entidades se resisten a ser “ordenadas” y defienden a brazo partido sus reductos de poder, pero acaban claudicando cuando se les marca el camino a seguir. Caixa Girona, que desertó del proyecto Unnim alegando que se les atribuía poca cuota de poder, terminará absorbida por La Caixa y sufrirá un ajuste superior al previsto en su integración en Unnim.  El  pez grande se come al pequeño y lo digiere sin grandes problemas.
Unnim -Caixa Sabadell, Caixa Terrassa y Caixa Manlleu- ha superado todos los obstáculos e iniciado su andadura. Vistas las dificultades de estos procesos, habrá que convenir que Unnim, además de pionera, ha hecho bien las cosas, condición imprescindible para competir en un mercado exigente y descarnado. Los bancos han visto que todo ese proceso de reordenación y ajuste de las cajas abría posibilidades para captar clientela y les están arañando cuota de mercado. La estabilidad quizá frene esa hemorragia.

Organismos internacionales, como el FMI, que se dedican a predicar y aconsejar, se muestran muy críticos con el modelo y estatus jurídico de las cajas españolas, instándolas a protagonizar un cambio profundo. Hasta  hace unos meses las cajas parecían inmunes a las crisis, pero ésta ha dejado muchos platos rotos y la recomposición va a ser difícil.
Claro que los movimientos actuales son sólo el primer paso de una transformación más profunda, de un proceso que debe establecer nuevos instrumentos que faciliten su recapitalización, una de las exigencias para garantizar el futuro.

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