Madrid ha dado luz verde a la libertad de horarios comerciales. Para los consumidores es una buena noticia y algunos creen que favorecerá la creación de empleo, pero otros consideran que será la puntilla para las tiendas tradicionales. Los herederos del senyor Esteve sobreviven a duras penas y muchos piensan abandonar ante la falta de perspectivas del negocio.
Y en muchos casos el relevo de los antiguos comerciantes ha sido asumido por inmigrantes, especialmente chinos, pakistaníes y sudamericanos, tenderos de origen extranjero que están cambiando la fisonomía comercial de muchas ciudades. Es un proceso ininterrumpido protagonizado por gentes emprendedoras que sustituyen a los antiguos propietarios y que ayudan a mantener el modelo comercial de proximidad, el de tiendas de barrio.
El fenómeno de relevo y reactivación comercial es bastante general y no son pocos los bares y restaurantes especializados en gastronomía autóctona gestionados por orientales. Cualquier licencia comercial es objeto del interés de esos nuevos mercaderes y se traspasa a menudo al contado. Esa dinamización sirve para paliar los efectos de la crisis, si bien esos aportes no están exentos de virus en forma de una competencia no siempre leal, ni en precios, horarios, servicio y otras condiciones. Los de fuera se abren paso.
También en otras comunidades se está pasando a la libertad de horarios, pero los nuevos comerciantes la suelen practicar allí donde se instalan ante la tolerancia social frente a una forma de competencia poco leal, pero casi imbatible.
