Con esta carta quiero hacer público nuestro profundo agradecimiento a todos los profesionales sanitarios que se cruzaron en le camino de mi padre durante su larga y cruel enfermedad.
Las embolias cerebrales son duras para el paciente y para sus cuidadores, en este caso par mi madre, que estuvo atendiéndole durante cinco años día y noche. Pero también nos encontramos con grandes profesionales que hicieron su vida más fácil. Gracias al doctor Antonio Rodríguez, del CAP de Ca n’Oriac, a la doctora Andreu y a todo su equipo, incluidos los fisioterapeutas de la Residencia Albada que pusieron todos los medios técnicos y humanos para ofrecerle mayor calidad de vida. No fue posible, pero lo intentaron todo durante todo el tiempo que estuvo allí. Gracias a su enfermera, la señora Encarna, del CAP Ca n’Oriac, cuyas lágrimas vimos en los momentos finales; sabemos cuánto lo apreciaba.
Y gracias infinitas a su actual doctora de cabecera, Carmen Berbel, de exquisita calidad humana, por permitir que la muerte de mi padre fuera dulce y en casa, rodeado de su familia. Gracias, doctora Berbel, por tantas palabras y tantos abrazos como le dio a mi madre durante ese tiempo porque eso no lo podrán suprimir con los recortes en la Sanidad. No cambie, doctora Berbel, y deseo que la vida le ofrezca todo lo mejor.
