Salvo que el Banco de España se vuelva atrás, Banc Sabadell se perfila como vencedor de la subasta para enajenar la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). Esa victoria se explica en buena parte por la falta de postores por una entidad salpicada de escándalos, corrupción y graves problemas de gestión, que se traducen en activos tóxicos al por mayor. El sector financiero está sufriendo la pesada digestión de la burbuja inmobiliaria y las secuelas de los problemas de la deuda y la escasez de crédito, que están obligando a las entidades a afrontar fuertes recapitalizaciones para aumentar la solvencia.
En un momento en que se está rediseñando el sector, BS ha dado claras señales de querer participar activamente en la consolidación en marcha, y la apuesta por la CAM es un claro órdago a la grande. Una apuesta arriesgada, pero también una clara oportunidad para dar un salto en el mercado y reforzar la posición de la entidad. El Sabadell quiere estar entre los grandes y es un banco comprador, no vendedor.
Josep Oliu, presidente de Banc Sabadell, asegura que se ha realizado una oferta razonable, ajustada y con pleno sentido empresarial, una oferta condicionada y con cautelas diversas para minimizar los riesgos y contingencias de la operación. Hay un esquema de protección de activos que permite trabajar con paracaídas durante bastantes años.
Goza el BS de una brillante experiencia como banco integrador, procesos que ha culminado con éxito. Claro que la operación en ciernes tiene una dimensión muy diferente y será algo así como una reválida, un desafío con un potencial de retorno muy importante.
