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Puentes

Los aficionados a los puentes laborales tienen ocasión de disfrutar a lo grande de la oportunidad que nos brinda el calendario, con dos festivos intersemanales, una coincidencia que permite hablar de acueducto como encadenamiento de puentes. Una minoría de privilegiados salió el pasado viernes para regresar el próximo domingo, y otros han tenido que optar por el puente de la Constitución o el de la Inmaculada, que no es poco. Todo ello sin olvidar a los que no tienen posibilidad, por razones fácilmente imaginables, de disfrutar de unos días de ocio y descanso.
Hay una parte sustantiva y creciente de la sociedad, los que tienen el calendario abierto en canal y practican los lunes al sol, que no pueden dedicar sus recursos menguantes a una escapada prenavideña, en una época en que las lucecitas de colores empiezan a cebar el consumismo y vacían las carteras. Lo cierto es que las grandes salidas, las propias de una sociedad opulenta, cotizan a la baja a causa de una demanda declinante.

Pero la afición a los puentes está tan enraizada que condiciona las agendas y los programas de trabajo. Durante esta semana se va a operar a medio gas y las actividades que requieren la concertación de varias personas sufrirán un aplazamiento hasta retornar a la rutina habitual, lo que es mucho pedir a un mes desquiciado como diciembre.
Y los extranjeros, especialmente los del norte, que nos consideran periféricos, holgazanes y malgastadores, tienen razones para no entender que muchos se citen para después de Reyes. Entre puentes, sorteo, navidades y fiestas de fin de año, un mes blanco. Y eso que estamos sin blanca.

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