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Letra pequeña

Un pequeño inversor depositó 36.000 euros en un fondo de inversión de una caja de ahorros y, por no leerse la letra pequeña, resulta que no puede recuperar su dinero hasta el 31 de diciembre del año 3000. Confió en los gestores de la entidad, ordenó, firmó y fuese. Como tiene que vivir más años que Matusalén, y no es metáfora, porque el abuelo de Noé vivió 969 años y tienen que pasar 988 años para que recupere lo que es suyo, es evidente que la fecha de vencimiento no puede ser sino un malentendido. Como el freno al envejecimiento no va tan rápido, la entidad financiera le debe devolver el dinero con máxima urgencia. Aunque sea sin intereses. Pero conviene siempre leer la letra pequeña o exigir a las entidades financieras aumenten el cuerpo de la letra de los contratos.

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