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Dudas

Ya empiezan a asomar las primeras fisuras en la dura batalla para reducir el déficit público. Mientras unos ministros repiten la consigna de que ese es un objetivo irrenunciable e innegociable, otros cuestionan que pueda rebajarse drásticamente el desfase presupuestario en un contexto de crisis creciente. Una cosa es pasar de un desfase del 6% al 4,4% y otra muy distinta es hacerlo desde un agujero no inferior al 8%. Son muchos miles de millones de euros de diferencia.
A ello hay que sumar que las previsiones de crecimiento del PIB, del 2,3% para 2012, pasan al –1,7% en el mejor de los supuestos. Las nuevas previsiones equivalen a un déficit adicional de unos 13.000 millones de euros, consecuencia de menos ingresos fiscales y mayores costes sociales. Difícil cuadratura la del círculo presupuestario.

Llueve sobre mojado y aumentar el sacrificio social en tiempos de penuria constituye un horizonte problemático social y económicamente. Por eso es explicable que la ortodoxia y las convicciones entren en zona de duda y que seguir al pie de la letra lo pactado con la Unión Europea se convierta en un elemento de debate. La política de austeridad rigurosa e inflexible es uno de los factores que empuja la recesión; es un círculo vicioso, la contracción genera más déficit y el déficit exige más sacrificios. Una dinámica infernal.
El problema es que ya llevamos a la espalda casi cuatro años de crisis, que no hay señales de recuperación y que se teme que pueda llegarse a la cifra de 6 millones de parados. Un cuadro que  explica las dudas y el desengaño de la ciudadanía ante una situación sin horizontes.

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