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Triste Odyssey

Quien se enorgullezca de lo poderosa que fue España en otros siglos quizás se haya emocionado con la llegada aquí estos días las 590.000 monedas de oro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por la Armada británica el 5 de octubre de 1804 frente al Algarve, Portugal, y recuperadas en 2007 por una empresa de cazatesoros estadounidense. Quien sueñe con piratas y la Isla de la Tortuga, quien imagine el rescate de barcos hundidos desde hace siglos, sentirá cierta tristeza por Greg Stemm, que descubrió el Las Mercedes, llevó su oro a EE.UU y acaba de perderlo tras gastarse decenas de millones de dólares en rescatarlo. Stemm es un estudioso, científico e imaginativo corsario moderno. Empezó como buscador de barcos de guerra hundidos, no como cazatesoros. Así creó técnicas de rescate que le permitieron fundar Odyssey Marine Exploration.
La mar está plagada de barcos españoles abatidos, algunos con abundantes tesoros que Stemm trata de esquilmar, según las autoridades españolas. En algunos casos Stemm colabora con los países cuyos pecios puede rescatar, como el Reino Unido y EE.UU., y en otros se considera dueño de lo recogido sin permiso, como fue el caso del barco español. España pleiteó en EE.UU. con Odyssey y ganó en todas las instancias recobrar el tesoro.
Stemm está triste, desolado, pero quizás aparezca ahora algún presidente modelo Hugo Chávez -las monedas con efigie de Carlos IV están acuñadas en Perú- que pleitee con España alegando que los tesoros son de los actuales países de donde partían.

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