Querida Madre Coraje, querida Consuelo Santos: Termino de leer su entrevista en el Diari de Sabadell del pasado 10 de marzo y no puedo por menos que explicar el otro lado de la moneda.
Hoy tengo 86 años de edad, pero yo también fui una madre coraje por lo que me ha sido fácil entenderla.
El uso de nuestra lengua, la catalana, también es un derecho. Un derecho que se perdió en su día y que no podíamos reclamar, como usted hace hoy.
Tiene todo el derecho a reivindicar la enseñanza en castellano en las escuelas. Puedo imaginármelo porque yo viví la misma situación y me hubiera gustado hacerlo dos generaciones antes que la suya. Pero al revés.
En aquella época el catalán estaba totalmente prohibido en las escuelas. En los años del franquismo el bilingüismo no existía ni en escuelas ni en universidades. Y los inspectores registraban las escuelas de arriba abajo, clase por clase, y ponían multas si encontraban libros en catalán.
En mi caso, a pesar de haber recibido una educación exclusivamente en lengua castellana, jamás he perdido mi lengua materna, aunque sí lamento y mucho no poderla escribir correctamente.
Los niños que hoy tienen el privilegio de ser educados en los dos idiomas, nunca pasarán la vergüenza que yo pasé por no saber escribir en mi lengua materna.
Y sus hijos hablarán catalán (mucho mejor que yo), pero también castellano, como usted desea. Puede creerme, señora Santos, es usted una afortunada.
