En tiempos de crisis, de recortes y de un cierto desánimo general es cuando se hace más importante reconocer la excelencia, tanto humana como profesional.
Nuestro esposo y padre Gregorio falleció en la residencia Albada del Parc Taulí el 26 de abril. La familia y amigos hemos tenido el privilegio y la satisfacción de poder cuidarlo y acompañarlo día tras día durante los cinco años en que ha estado ingresado, a pesar de la dureza de su enfermedad, el Alzheimer. Este camino lo hemos recorrido junto al excelente personal de la Albada –médicos, supervisoras, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza y administrativo. Gracias sinceras a todos ellos por cuidar a nuestro Gregorio y a todos las demás personas ingresadas con tanto cariño, dedicación y oficio.
Son ellos –los ancianos, los enfermos, los discapacitados-, cuando ya solo están para recibir y dar cariño, los que nos regalan a todos los demás un futuro de humanidad y esperanza.
Gràcies!
