Las inversiones extranjeras que siempre fueron motor del crecimiento español, muestran una notable desaceleración y una tendencia a concentrarse en Madrid y su entorno: en el 2011, según el Registro de Inversiones Extranjeras, Madrid recibió 12.520 millones de euros, el 55,7% del total, mientras que los proyectos extranjeros localizados en Catalunya ascendieron a 3.022 millones de euros, una diferencia que todavía alcanza acentos más relevantes si se tiene en cuenta que en Madrid las cifras van hacia arriba y en Catalunya tienden a disminuir.
Desde hace bastantes años, y por diversas razones, Madrid ha logrado inclinar la balanza a su favor. Antes de la guerra civil, Madrid y Barcelona, eran dos ciudades de talla similar y hoy Madrid duplica la población de Barcelona. Algo ha sucedido, aparte el exuberante crecimiento del sector público y el dirigismo político para dirigir las inversiones, para que se fueran agrandando las distancias.
Catalunya, fabril y europea, fue el destino tradicional de las inversiones extranjeras, y la prueba es que de 5.500 multinacionales localizadas en España, unas 3.000 están en Catalunya. Tenemos una base industrial potente, infraestructuras, gente preparada, pero la pérdida de capacidad de atracción de Catalunya para captar nuevas inversiones puede aumentar los desequilibrios que hoy ya son más que perceptibles.
Ese debate sobre la atractividad económica va a cobrar un fuerte impulso cuando se sustancie el proyecto Eurovegas, si es que se decide. Un proyecto con fuertes acentos críticos, pero son 28.000 millones y muchos puestos de trabajo. Virus y vitaminas.
