Parece que España está en almoneda, que casi todo el país está en venta. Con los precios por los suelos, gracias a una oferta desmesurada en relación a la demanda, se ponen en el mercado toda clase de bienes y servicios con rebajas muy suculentas con respecto a anteayer. En ese contexto, un tanto miserable, aparecen los más ávidos especuladores, los tiburones que huelen la sangre y acuden a la cita con sus presas.
Ya están sobrevolando sobre los restos del imperio los llamados fondos de oportunidades, popularmente fondos buitre. Buscan comprar a precios de saldo carteras de créditos dañados, inmuebles, participaciones empresariales y activos sanos que los desesperados se verán forzados a poner en venta para recomponer sus balances o pagar deudas. La cultura popular proclama un principio poco cuestionable: vender por necesidad es perder por obligación. Y en esas está buena parte de las empresas y particulares, ahogados por el vencimiento de las deudas.
Muchos fondos, con muchos recursos, ven a España como un país que ofrece grandes oportunidades de negocio, con descuentos impensables. Esos buitres están dispuestos a aliviar la angustia de los más angustiados. De momento optan por forzar nuevas rebajas y se dedican a valorar las gangas que llaman a su puerta en un proceso que ya camina a su estación término.
La situación es tan dura que los buitres tienen donde elegir. Analizan a conciencia lo que está en venta y buscar las joyas de la corona, que también están en oferta. España ha pasado de ser Jauja a ser un inmenso mercadillo en el que casi todo se está saldando.
