Dicen que algo huele a podrido en la City londinense. Resulta que uno de los grandes bancos mundiales, el Barclays, ha sido duramente multado por manipular durante al menos cinco años el Libor, la referencia que sirve para determinar cada día el precio de productos financieros equivalentes a cinco veces el PIB mundial. El gobernador del Banco de Inglaterra no duda en hablar de los pecados de la cultura de la banca, del trato mezquino a los clientes y del engaño sustentado en la avaricia.
No son buenos tiempos para la banca, para los banqueros y bancarios. La sucesión de escándalos en el sector, principalmente en lo que fueron cajas, ha abierto una brecha sin precedentes entre el sector del dinero y la ciudadanía, convertida en rehén y víctima de numerosos engaños y de actuaciones torticeras que han ocasionado graves pérdidas a entidades y contribuyentes. Y ante estas situaciones los afectados empiezan a exigir responsabilidades.
La reciente junta de Bankia, seis horas y media de chaparrón, fue reveladora del estado de ánimo de los miles de inversores pillados y engañados con informaciones no ajustadas a la realidad. Uno de los accionistas presentes, que se identificó como director de una sucursal del Bankia, tomó la palabra para pedir perdón por haber ofrecido a sus clientes acciones de la entidad. Apuntó que se había limitado a cumplir las instrucciones de la dirección.
Se están pagando las consecuencias de la burbuja financiera, que enriqueció a los que estaban en el centro de ese negocio y ahora las víctimas, lógicamente, no aceptan que los aprovechados se vayan libres de culpa a disfrutar lo esquilmado.
