La clausura del festival 30 Nits y del festival de Joventuts Musicals de Sabadell puede resultar, esta noche (22h.), en el amfiteatre de la Obra Social Unnim, toda una sensación. La protagonizan las cantantes mexicanas de Túumben Paax, un coro de música contemporánea con una técnica y un concepto musical sorprendentes.
Conversar con su director artístico desde el pasado noviembre, Jorge Córdoba, es una auténtica delicia que contagia pasión por la música, el arte, las emociones… e invita a descubrir Túumben Paax (Música Nueva, en lengua maya), tras su reciente triunfo en Florencia (Italia). «Fue una sorpresa y una gran satisfacción porque cantaron coros muy buenos de Rusia, Eslovenia, Turquía…», evoca el director, con la «sensación» a flor de piel vivida en la Catedral de la Santa Cruz y otros escenarios emblemáticos, como el Duomo.
Túumben Paax, que dirige la también soprano Lucía Olmos, pueden cantar de todo gracias una gran preparación técnica, y a la vez transformar melodías tan conocidas como Cielito lindo y otras tradicionales mexicanas. «Cantan como las cantantes de música popular pero con arreglos de 2012», resume Córdoba.
Éste tiene la costumbre de hacer un minucioso estudio previo de la acústica de los escenarios que visitan. Los detalles más pequeños, como el tipo de ropa que lleve el público («el algodón absorbe mucho el sonido», argumenta), les condiciona su manera de cantar.
Su programa para hoy incluye una parte de piezas de varios países y otra dedicada a México, Argentina (tango) y Japón, junto a dos canciones mexicanas con arreglos para… ¡seis voces! «La gente se va a sorprender del nivel de interpretación», augura Jorge Córdoba. Unas pistas: con un ritmo huapango pueden empezar en un tono menor, pasar al mayor y volver al menor, y hacen sonidos que evocan el canto de los pájaros, la voz de una maga o una bruja y a la vez que pasan de agudos extremos a graves sin solución de continuidad.
Tal es la capacidad interpretativa de las Túumben Paax que «compositores de música contemporánea componen para ellas, porque saben que podrán cantar todas las locuras que se les ocurran», revela el director, que cita el caso de un esloveno que fue expresamente a Italia a escucharlas. «¡Su felicidad era doble!».
Ejemplo para la sociedad
El sexteto fue creado hace unos seis años y lo forman voces de entre 25 y 33 años, con algún cambio en este tiempo. Pueden cantar ópera, música europea o canciones tradicionales pero «ponen su émfasis en la música contemporánea».
Ello les pide mucho, porque «necesitan un buen solfeo, capacidad de acoplarse, ensayos especiales…». Todo ello tiene un premio, el de la emoción. Para Jorge Córdoba, que «lo único que hago es manejar lo que ellas dan», la música coral es un buen ejemplo para la sociedad porque «representa el esfuerzo por el beneficio común. El individualismo es un sólo sonido». Ser miembro de un coro, añade, significa una «transformación hermosa, todos necesitamos formar parte de algo. Y en la música caben todos. Es gratificante cómo la música levanta el ánimo a uno. ¡Canten! Enojados, tristes, alegres… ¡canten! Es mejor que un psicoanalista, y más barato», concluye.
