Estaba cantado que el recurso de la Generalitat al Fondo de Garantía de Liquidez Autonómica (FLA), noticia de alcance internacional, iba a ser motivo de polémica, azuzada por declaraciones fuera de lugar y que sirve para que unos y otros intenten llevar el agua a su molino. El hecho es que la Generalitat –y el Estado- tiene insalvables problemas para obtener recursos en unos mercados cerrados y por ello requiere auxilio urgente para atender los gastos corrientes y afrontar los vencimientos de deuda a corto plazo. De momento, unos 5.000 millones de euros.
La Generalitat demanda ayuda al Estado, pero este a su vez tiene serios problemas para acceder a los mercados y lograr fondos. Tantos que se ha visto forzado a ofrecer como garantía los ingresos de la Lotería Nacional, una de las escasas joyas de la corona, para obtener algunos recursos. Ya estamos pasando por la casa de empeños, todo un síntoma.
Y es que la crisis precipita una realidad que desde hace años se sabía que era inevitable y que los políticos esquivaban inflando la burbuja y lanzando la pelota hacia adelante. Parece que su único objetivo era que no les explotase a ellos. La herencia del zapaterismo y del montillismo y sus socios es tan nefasta que puede terminar en un rescate, salvo que se apueste por el hundimiento como destino colectivo.
Herencia y errores propios aparte, el caso de Catalunya es también el reflejo de un deficiente sistema de financiación, de un discutible reparto estructural de los recursos menguantes. Que la comunidad española con mayor producto interior bruto (PIB) no tenga recursos financieros es revelador.
