Los resultados de las pruebas encargadas a la consultora Oliver Wyman son mejores de los que intuían los pronósticos. Las necesidades de recapitalización en los peores escenarios imaginables quedan aproximadamente a la mitad de las ayudas crediticias que se barajaron. Disminuyen las alarmas sobre el sistema, pero está por ver si ese destape obligado, un ejercicio que el resto de la banca europea ha contemplado como espectadora, sirve para recuperar la confianza en la banca española y ayuda a aumentar las financiación de empresas y particulares.
Banc Sabadell ha superado con buena nota el corte y se sitúa en la llamada zona cero, en el grupo de los que están debidamente capitalizados. Es un dato muy positivo, una línea que discrimina a los que van a marcar el futuro del sistema y los que deberán buscarse la vida, porque es evidente que se abre una nueva etapa de un proceso de consolidación en la banca.
La compra de CAM por el BS, con un esquema de protección de activos, y la ampliación de capital llevada a cabo, permiten vislumbrar un rápido final del proceso de saneamiento. Los deberes están hechos; ahora el banco tiene que decidir qué quiere ser de mayor.
El destape y el destripe de los activos tóxicos y contaminados ha servido para desnudar al sector y dejar en evidencia las flaquezas de los grupos que se vieron obligados a pedir ayudas públicas. Bastantes cajas, con la manzana podrida de Bankia, han dañado a todo el sector y su subasta y posible venta por trozos puede ser su destino, el punto y final de la reestructuración que puso en marcha la peste de la burbuja inmobiliaria.
