Con la puesta de largo de una campaña que viene de lejos, han aparecido simultáneamente dos encuestas con sello oficial: la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo dependiente del Ministerio de Presidencia, y el barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), adscrito al Departament de Presidència de la Generalitat. Los resultados son distintos, como si se tratara de un menú a la carta.
Y algo de eso debe de haber. Dicen los técnicos que las diferencias estriban en la interpretación de las respuestas, un sumatorio al voto declarado que puede ser la raíz de diferencias y errores significativos. Otros piensan que -quien paga, manda- se trata de alegrar los oídos a los que encargan el trabajo. Funciona el viejo chiste que se atribuye a Perón, que pidió la hora a Cámpora, su segundo en aquella época, y la respuesta fue magistral: la que vos querés, mi general.
Las diferencias entre ambas encuestas son reveladoras. La de casa pronostica una mayoría holgada de CiU, con una horquilla entre 69-71 escaños y la de Madrid estima que Mas se quedará en el umbral de la mayoría, con 63-64 escaños, uno o dos más de los actuales. Los dos sondeos no pueden tener razón, pero ambos pueden argumentar que ese era el estado de opinión un mes antes de ir a las urnas. Obviamente no es lo mismo rozar la mayoría, que sobrepasarla.
En cualquier caso, lo que parece fuera de discusión es que la diferencia en apoyo popular marcará grandes diferencias entre CiU y el resto, con la duda de si la caída del PSC le llevará a ser superado por el PP, lo que sería un aldabonazo, el punto de partida a un cambio de mensajes y protagonistas.
