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Órdago

El resultado de las elecciones del 25-N es trascendente para Mas, protagonista de una apuesta fuerte, casi del todo o nada. El líder nacionalista ha reiterado que espera y desea un resultado excepcional y ha solicitado votos prestados, incentivando el transversalismo, el voto más allá del partidismo.  Las presentes elecciones, bajo ese prisma, son más una cuestión de país que de partido. De hecho, el mensaje central de CiU juega con esa idea, con la voluntad de un pueblo, de un solo pueblo. Y el mensaje destaca que entre todos, más allá de ideologías, lo haremos posible.
Los últimos sondeos pronostican la victoria de CiU, pero coinciden en que Mas no logra capitalizar el órdago soberanista. CiU roza la mayoría absoluta, pero los sondeos dicen que no la va a alcanzar. Lo que es un éxito sería interpretado como un fracaso porque el listón se situó muy alto. Da la sensación de que Mas ha votado por ERC, el independentismo más claro, y que precisará de la colaboración parlamentaria de ERC para llevar adelante su propuesta programática.

Parece que la suerte de CiU va a depender del voto útil, el pragmatismo expresado en las urnas, el mal menor. En la presente lectura de los sondeos la esperanza del nacionalismo se centra en esperar que parte del voto soberanista que concentra ERC, y los restos de SI, flor de verano, terminen por apoyar a CiU como vía más segura para alcanzar el objetivo central de estas elecciones.
Y lo que ninguna encuesta registra es el impacto del acoso de “Madrid”, esos torpedos propios de la guerra sucia, que pretenden atentar contra la campaña de Mas. El análisis queda para después del 25-N.

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