Los niños de antaño acostumbraban a escuchar de sus padres cuentos sobre princesas, aventuras, etcétera. Los pequeños de hoy en día lo que irremediablemente oyen de sus mayores son lamentos en lugar de cuentos, ahora sólo escuchan los números de las facturas que sus padres han de pagar y no saben cómo. Es triste por un lado pensar que crecerán entre lamentos casi todos, pero por otro queda la esperanza de que aprendan de los errores de las presentes generaciones. Que aprendan y peleen por sus futuros como lo hicieron nuestros mayores para conseguir los derechos que ahora se nos están quitando. Se les está yendo de las manos a los bancos y a los gobiernos de una manera que hace unos pocos años era inimaginable y aún ahora seguimos perplejos intentado averiguar qué ha pasado para que nuestros platos estén más vacíos a la hora de comer, o cómo la gente se suicida ante la horrible noticia de quedarse sin techo para los suyos. Esperanza para esos pequeños, para que tengan un futuro prometedor lleno de derechos y libertades de verdad. Y para los que nos toca sudar y pelear ahora, paciencia y ánimo. Recordemos: ‘La libertad no hace al hombre libre,simplemente lo hace hombre’.
