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El cuarto problema

En estos tiempos que corren la sociedad española percibe como problemas graves a solucionar en primer lugar el paro, después la economía con la crisis, como tercer lugar la vivienda, y como cuarto problema a la clase política.
En medio de todos estos avatares la clase política puede ser un problema por no saber conectar con la sociedad, pero también puede y debe de ser una solución. Hace falta un programa nuevo de ideas, un nuevo aggiornamento, y a la vez una nueva renovación. También puede y es un problema las mayorías absolutas que las leyes electorales conceden a unos partidos, frente a otras minorías, pero puede ser una solución que la distribución de votos y competencias sea de forma más homogénea y participativa.
La palabra aggiornamento implica una puesta al día. A esto me refiero yo en cuanto a la clase política como problema, o también como una solución. Esta puesta al día implica una serie de cambios, como despojarse de determinados privilegios, estar más cerca del pueblo, luchar contra la fractura social que la crisis está suponiendo, hacer leyes más justas y solidarias, implementar medidas para ayudar a los mas desfavorecidos, trabajar por una competitividad empresarial fuerte, pero libre de corruptelas, aplicar los principios fundamentales de nuestra Constitución de forma posible, real y práctica. La clase política debe alejarse de absolutas teorizaciones, de excesivos compromisos de partido.
La puesta al día debe de ser un compromiso real y diario, minuto a minuto, con la sociedad a la que sirve. Como tal, el cuarto problema debe de cambiar pues sus estrategias para ofrecer una cuarta solución, es decir, un cambio de estructuras que renueve determinados poderes e ideas enquistadas en un espíritu decimonónico rancio en las que se incluyen determinadas instituciones del Estado.

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