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Exprimidos

Con gran interés, la opinión pública mundial siguió toda la historia del llamado ‘precipicio fiscal’, una denominación que se relacionaba con una situación de máximo riesgo. Se repetía que si no se lograba un pacto, por frágil que fuera, la economía norteamericana entraría en una época glaciar, con un enfriamiento que terminaría en una profunda recesión. Y ya es sabido que un resfriado norteamericano se corresponde, por contagio, con una neumonía europea. A  última hora, y con nocturnidad, se alcanzó un acuerdo para salvar los muebles.
Y lo más sorprendente, para un europeo, y no digamos para un ciudadano de Catalunya, es que el acuerdo que aprobó el Senado norteamericano, es una subida de impuestos a las rentas superiores a 400.000 dólares del 35 al 39,6%, umbral que se eleva a los 450.000 dólares para las declaraciones conjuntas. A partir de 250.000 dólares se reinstaura un límite sobre deducciones y otras cantidades desgravables. La tasa sobre las ganancias del capital y sobre los dividendos pasan del 15% al 20%.

Lo que provoca irritacion en muchos norteamericanos -a nadie le gusta que le aumenten las cargas tributarias- despierta envidia entre los sufridos contribuyentes catalanes, que se han colocado entre los  más exprimidos del orbe. Las comparaciones, ya lo dice el refranero, son odiosas, pero las cifras son las cifras.
El abismo es el que han abierto CiU y ERC, un redoble fiscal que unos van a pagar en forma de adhesiones, y todo el país en forma de deslocalizaciones.  El dinero tiene siempre un clara proclividad migratoria y busca los mejores prados para acampar.

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