Los resultados de las entidades financieras son la expresión de un equilibrismo nada fácil: la necesidad de conciliar unas provisiones lo más elevadas posibles, pero sin llegar a superar las líneas rojas, la de las pérdidas. El cierre de 2012 de Banc Sabadell es un buen ejemplo: se han dedicado 2.540 millones de euros a saneamientos diversos, el 142 % más que en 2011, y el beneficio queda en unos escuálidos 82 millones de euros, el 65% menos que el año anterior. Se supone que se trata del último tramo de la travesía del desierto.
Dado que Banc Sabadell ya ha cubierto el 90% de los requerimientos exigidos por el Gobierno y el Banco de España, y que en el próximo trimestre terminará la digestión financiera del lastre que se arrastra, es de esperar que ya se dé por cerrado el ciclo de beneficios menguantes y se retorne a una recuperación del dividendo. En el pasado año la gestión inmobiliaria de BS registró unas ventas de casi 14.000 unidades, con una cifra de negocio de 2.234 millones de euros, lo que supone doblar la actividad del año anterior. La incorporación de la CAM se apreció en todos los capítulos.
Quizá lo más significativo, con un poco de perspectiva, es que BS ha doblado su tamaño y su cuota de mercado durante la crisis, y todo hace suponer que en 2013 volverá a crecer por encima de la media con la aportación de lo que fue Caixa Penedès. De hecho, BS se consolida como cuarto grupo bancario español.
El salto delante de la institución ha sido enorme y ahora se enfrenta a la necesidad de volver a ganar dinero, sin renunciar a crecer no orgánicamente si aparecen nuevas oportunidades. Que las habrá.
