Vivimos en el país en que no dimite nadie. Todas las instituciones parecen vivir envueltas en una especie de atmósfera corruptiva, que da un poco de repugnancia.
Empezando por la Casa Real, el señor Gracia-Revenga, fiel escudero, no dimite, estando imputado en el caso Urdangarín, esperando el 23-F. ¡Vaya casualidad! Como monárquico, me duele este caso por S.A.R Doña Cristina y los niños. ¡Qué situación, en la final de balonmano, en que los sobrinos no pudieron ir a saludar a su tío!
En el caso Bárcenas, el presidente del Gobierno permanece mudo. Que dé explicaciones y hable. La sociedad civil espera oír su opinión.
En el caso Pujol- Ferrusola, aparecen Oriol, el tema ITV y Josep con el dinero en Andorra, según su expareja.
Caso Palau: resulta que Jaume Camps, que estuvo en el Consell Consultiu, era el abogado y cobró una minuta de 105.000 euros de nada.
Operación Clotilde: el señor Crespo sigue en el Parlament y cobra 5.000 euros más, por formar parte de una comisión. No lo hacen dimitir, ni dimite.
Caso Mercurio: el señor Bustos pregonando su inocencia, y también Jordi Soriano.
Con la experiencia de Millet y Monclús, que andan a sus anchas, quién va a dimitir.
Muy mala imagen la que se está dando de este país nuestro.
