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Basura

Basura es un término amplio, que se asocia perfectamente con la situación que sufre el país. La basura es repugnante, algo que huele mal y cuyo tufo es desagradable para la gran mayoría. Algunas ciudades han padecido la huelga del servicio de basuras y han visto convertidas calles y plazas en vertederos, en basureros insalubres. La imagen del país ha sumado nuevos paisajes para acumular porquería a cielo abierto.
Sobre las basuras se han edificado buenas fortunas, regadas a menudo por mordidas y comisiones, naturalmente en negro, como corresponde a la actividad. Las basuras, a la vista está, dan mucho de sí, hasta ayudan a sobrevivir a muchas personas que se ven obligadas a rebuscar entre los desperdicios y contenedores por instinto de supervivencia. Unos, los que saben que el dinero no huele, se enriquecen, y otros a malvivir de la busca.

Vivimos rodeados de basura. De basura política y de basura moral. Los inversores tienen bonos basura y ganan mercado los restaurantes que venden comida basura, como son reyes de las audiencias los programas basura y se venden como rosquillas o pan caliente las novelas basura. Estamos en una sociedad, una suciedad, de usar y tirar. Y, lamentablemente, nos hemos acostumbrado a ese ambiente fétido e irrespirable.
Los medios llenan espacios con basura, con una sucesión interminable de escándalos. Si desapareciera ese material de la escena, habría que hacer esfuerzos importantes para atraer a las audiencias con aire limpio. La regeneración y la pretendida limpieza suele consistir en que un nuevo escándalo esconda los anteriores. Basura sobre basura.

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