Parece que el mapa político heredado de la transición, poco menos que un bipartidismo imperfecto, tanto a escala nacional como autonómica, va experimentando una mutación. Tanto el PP como el PSOE sufren en sus carnes y en sus expectativas de voto las consecuencias de la crisis económica y moral que mina los cimientos de una sociedad que deja atrás el bienestar para instalarse en el malestar.
Los papeles de Bárcenas, amén del drama del desempleo, erosionan la imagen del PP y le restan adhesiones sociales. Su alternativa, el Psoe, sin discurso y con la pesada carga de su inolvidable labor de gobierno, no levanta cabeza. No se ha renovado la direccion del partido y encima tienen problemas internos muy serios. El Psc, el partido de las dos almas, va por libre y esa situacion impide mantener una línea coherente en el conjunto del país.
Confirman los sondeos que los políticos y la política cotizan a la baja y que muchos, desanimados, se refugian en la decepcion y la abstencion. Y muchos manifiestan su intencion de apoyar a otros partidos, a UPD e IU, que pueden dejar de ser marginales. De confirmarse esa línea, se rompería el bipartidismo y se asistiría a una fragmentacion parlamentaria a la italiana, con todos los germenes de la inestabilidad.
En Catalunya está sucediendo algo similar. CiU, desde su conversion al independentismo, se desploma sondeo a sondeo, alimentando el creciemiento de ERC. Y por la otra orilla, el grupo Ciutadans, crece a costa de populares y socialistas. Menos bipartidismo y más fragmentación. A otra escala, se repite el fenómeno y parece que la cometa tiene todavía bastante cuerda.
