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Circo

Al circo rubalcabiano le crecen los enanos. Los problemas internos se suceden y ponen en entredicho el liderazgo de Rubalcaba, que logró una victoria pírrica en el último congreso socialista  y que no ha terminado de despegar, a pesar de la erosión de los populares. Se ha dicho que Rubalcaba es un secretario general de transición, un político para conducir la travesía del desierto, y está hoy seriamente cuestionado.
Los problemas no cesan y todos ponen en solfa la capacidad de la dirección socialista para atajarlos. El Psc, con Navarro y el derecho a decidir plantea la necesidad de establecer un nuevo marco de relación con el Psoe, y “Madrid”, es decir el Psoe estatal, no sabe cómo encubrir el desaire para salvar la cara. Luego los socialistas gallegos, desobedientes a las directrices de Ferraz, convocan unas primarias para renovar la dirección, una decisión que tiene visos de prosperar.

Y, por último, está el episodio de Ponferrada, el que ha tenido más impacto mediático y que deja en evidencia la falta de autoridad de Pérez Rubalcaba. Los socialistas bercianos han hecho oídos sordos al ultimátum de Madrid y han optado por “borrarse” del Psoe, al menos provisionalmente, antes que renunciar a llevar las riendas del municipio. Lo del apoyo de un acusado de maltrato ya no cuenta, al menos para los que no puedan dar la espalda a Ponferrada. Eso es lo que dicen.
Por encima de la pequeña historia, lo que queda de manifiesto es la falta de autoridad del secretario general de un partido que sustentó su larga hegemonía política en la disciplina y en un discurso coherente. El Psoe ya no se juega su futuro, sino su presente.

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