Casi todos los gestores de las grandes compañías españolas, las más importantes del Ibex-35, señalan que en el último trimestre de 2013 ya serán perceptibles datos que confirmen la recuperación de la actividad, o sea que ya estamos cerca del punto de inflexión de un cambio de ciclo. Tal coincidencia, que amplifica el eco de las declaraciones del Gobierno, escama a buena parte de la ciudadanía que tiene suficientes razones para estar instalada en el escepticismo.
Nadie sabe si sólo son ganas de llevarse bien con el Ejecutivo y jalear sus medidas de política económica, así como avalar con su prestigio, quizás presunto, la tarea del actual Gobierno, o bien si cuentan con datos suficientemente sólidos que permiten sembrar la esperanza. Ocurre, además, que pronósticos similares ya se efectuaron en un pasado no muy lejano, con un resultado más que conocido.
Es posible que ya se esté tocando fondo, que buena parte del tejido económico ya haya vivido un proceso de selección darwiniana, que los ajustes hayan depurado muchos sectores, que el saneamiento financiero sea una realidad y que la competitividad mejore impulsada por la reducción de costes y con ello se potencien las exportaciones, amén de aumentar con el ello el atractivo de España para los capitales foráneos. Esa es la cara positiva de un proceso que deja millones de personas en manos de los comedores sociales.
La sociedad se está desapalancado, y los que no han sucumbido al tsunami social, han reducido sus cargas e hipotecas y quizá están en mejores condiciones para apuntarse a la salida de la crisis que todavía no tiene fecha.
