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Eurofobia

De la euroeuforia, recuerdo del pasado, se está pasando a la eurofobia; de un sentimiento ampliamente europeísta en la sociedad española a un ambiente en el que se abre paso el euroescepticismo. La crisis económica ha tenido unos efectos corrosivos para el apoyo de la integración europea. En pocos años los europeos han pasado del unidos en la diversidad al separados en la adversidad, un cambio radical que se generaliza en toda la Unión.
Un estudio de la organización norteamericana PEW revela que el apoyo a la idea europea ha bajado de media 15 puntos en toda la UE, al pasar de una querencia del 60% a un 45%, en tan sólo el último año.  Los países del sur son los que ven más negro el futuro, manifiestan una pérdida de fe en Europa y viven la frustración que provoca la sensación de injusticia de las medidas económicas que impone la austeridad. Los que peor digieren la dieta, como es de suponer, son los griegos.

Sin embargo, y a pesar de los pesares, el euro sigue alcanzando una valoración positiva en todos los países en  que se utiliza como moneda única. Ya no son pocos los que reclaman la salida de la moneda común y el retorno a las viejas monedas nacionales y a la recuperación de la política monetaria, o lo que es igual, a la posibilidad de devaluar a gusto de los gobiernos de turno. Pero esa es para la mayoría una línea roja.
La eurofilia cotiza a la baja y muchos temen que en las próximas elecciones al Parlamento Europeo se registre un altísima abstención y cobren notoriedad partidos exóticos que alienten la centrifugación del sentimiento europeo. De alguna manera hay que dar cancha al descontento.

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