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Adiós

Hace unos días el grupo BBVA culminó el proceso de adquisición de Unnim Banc y pasó a operar con la plataforma informática y bajo la marca y rotulación que identifica a la entidad vasca. Ya no hay dudas, lo que fue Caixa Sabadell es BBVA. En muchas oficinas de la entidad un cartel publicitario destacaba la palabra ‘Adéu’, referida ciertamente a las comisiones bancarias, pero podría interpretarse de forma más amplia. Era la bienvenida a una nueva era, pero también el adiós a más de un siglo y medio de raíces sabadellenses, el adiós de una entidad que nació antes que el Banc Sabadell y que era de las de mayor solera en su actividad.
Caixa Sabadell, y Unnim, no han tenido una muerte dulce,  pero dentro del desastre general protagonizado por la mayoría de cajas, hay que convenir que con la compra del BBVA se han asegurado un socio de primer nivel que va a dar una salida razonable a los preferentistas y a los titulares de otros productos híbridos. El contar con el respaldo de una entidad global y solvente es un seguro de vida.

En cualquier caso, ese adiós es una quiebra sentimental para los muchos sabadellenses que crecieron con la libreta de la Caixa de Sabadell, que ahorraron en sus huchas y que veían en la entidad local un timbre de orgullo localista, una prueba de la aptitud financiera de una ciudad que era algo más que la cuna de la industria textil lanera.
Lo cierto es que la práctica desaparición de las cajas de nuestro sistema financiero es una noticia dramática, una página negra escrita con renglones torcidos y con muchos episodios  que requerirían transparencia y justicia. No el simple borrón y cuenta nueva.

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