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Papeles

Los llamados papeles de Bárcenas, un afamado coleccionista de papel moneda, llevan de coronilla a los peperos y a la sociedad, que entiende que ese episodio es una manifestación de una grave enfermedad: la corrupción. Lo que en principio eran fotocopias con anotaciones de “sobrecogedores” ha dado un salto significativo y han pasado a ser papeles originales, hojas arrancadas de un libro de caja que se han convertido en piedra de escándalo, cuando simplemente dicen lo mismo que las que saltaron a la fama.
Son los mismos manuscritos, nombres, hechos y circunstancias, pero las dudas permanecen hasta que la justicia hable, cosa que siempre hace tarde. Los tertulianos con ese material hacen su agosto: debaten, especulan y formulan hipótesis de todo tipo, mientras el partido insiste en desmentir todo y en decir que su contabilidad es blanca y su actuación se ajusta a los principios legales.

El tirar de la manta, una forma de chantaje, tiene el riesgo de manchar a muchos. Es lo que sucede cuando se saca porquería que dormía en archivos confidenciales. Es lo que dice el contable: si hablo, se cae el Gobierno y se hunde España. Una amenaza y una exageración, pero es evidente que después de todo quedará alguna víctima por el camino; es lo que pasa con los ajustes de cuentas.
No es sorprendente que, después de tanta lluvia ácida, la gente piense que los partidos son organizaciones corruptas. Si la mayoría piensa que para correr el Tour hay que recurrir a la farmacopea no autorizada, para correr la carrera electoral hay que ayudarse de medios de financiación que van más allá del marco legal establecido.

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