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Curso

El arranque del curso escolar registra los problemas de fondo de siempre, pero este año con acentos propios, muy agrandados por el impacto de la crisis y los consiguientes recortes. Hay menos medios para educación y eso termina por pagarse. El alumnado va aumentando y el número de docentes se mantiene, con lo que el índice de alumnos por aula está aumentando, un indicador que siempre fue considerado un parámetro para valorar la calidad. Los recortes han empeorado las condiciones laborales de los docentes y las ayudas a alumnos con problemas han disminuido.
Los recortes se repiten, los presupuestos están congelados y los alumnos más vulnerables los sufren en mayor grado; aparte de que aumenta el número de familias en precariedad con  serias dificultades para comprar material escolar y pagar el comedor. La desigualdad ha aumentado con la crisis y ha dado lugar a que aparezcan problemas de nutrición en los alumnos.

Algunos niños sólo comen caliente en la escuela, una estampa que cuesta aceptar en una sociedad que presumía estar instalada en el bienestar, pero esa es una realidad que mortifica y que lleva el debate escolar más allá de los aspectos pedagógicos para adentrarse en el terreno social. La Generalitat se ha visto obligada a aumentar la dotación de becas de comedor y el Ayuntamiento de Sabadell ha aumentado el programa de ayudas para garantizar la igualdad en las aulas. Todo un dato que evidencia la magnitud del problema.
Joaquin Costa popularizó su mensaje de escuela y despensa, dos principios que, puestos al día, siguen siendo plenamente válidos, una demanda social sin fronteras.

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