Estoy convencido de que la crisis en que estamos sumergidos y que tantos dolores y dificultades nos causa también tiene una cara positiva. Porque me parece positivo que, a la fuerza, destape ahora las deficiencias y omisiones que durante mucho tiempo han venido practicando nuestros políticos y las administraciones por ellos gestionadas.
Y lo digo después de leer que algunos ayuntamientos, en este caso los Sant Llorenç, Castellar y Gallifa van a mancomunar los servicios de recogida de residuos para ahorrar gastos. O que el alcalde de Sabadell propone mancomunar el transporte en Sabadell. Son solo dos ejemplos de una larga lista. Y es entonces cuando me pregunto qué han estado haciendo durante tantos años, cómo han administrado el dinero que ponemos en sus manos y no han aplicado estas medidas de ahorro que ahora consideran necesarias porque las arcas están vacías. ¿De qué nos han servido tantas entidades, como ayuntamientos, diputaciones, consells comarcals, Generalitat, etc. que, entre todas, no fueron capaces de administrar debidamente los recursos? ¿A qué dedicaron su tiempo, más allá de las politiquerías?
Cuando en el siglo XIV la Santa Hermandad, una especie de policía de la época cuyos componentes vestían una camisa verde, cuerpo que no se caracterizaba precisamente por la eficacia y rapidez, y que nunca llegaban a tiempo al lugar donde se había cometido el delito, la gente solía recibirlos con la expresión “¡A buena horas, mangas verdes!”. Y creo que, mutatis mutandis, podríamos trasladar este sentir popular a lo que ha venido ocurriendo en nuestros días. Bien está que ahora se intente racionalizar lo que estaba falto de lógica, pero lamentamos que se haga con tanto retraso y forzados por la crisis.
