Hay en el ruedo ibérico y más allá de él dos campañas de largo alcance e intensidad que concentran los desvelos y el interés de políticos, creadores de opinión y expertos en relaciones públicas. Una se refiere a la recuperación económica y la protagonizan los responsables del Ejecutivo. La otra tiene que ver con la financiación autonómica y el debate sobre el soberanismo, cuestiones que están fuertemente correlacionadas.
En estas campañas hay mucha acción y reacción. Cada argumento se replica con otro de sentido contrario y cada cifra se contesta con datos que intenta desmontar las puestas en circulación. Hay mucha contraprogramación y la gente se sorprende ante informaciones tan dispares. Se reclama diálogo y buen sentido y lo que se percibe son ruidos y enconos. Da la sensación de que la intención de algunos es la de embarrar el terreno y dificultar la aproximación de posiciones.
Por su parte, el Gobierno desea aparcar la discusión sobre la financiación autonómica y centra su atención en insistir que en el pasado trimestre se salió de la recesión y que lo peor de la crisis va quedando atrás. No se atreve a recuperar la consigna de”España va bien”, pero quiere transmitir un mensaje de optimismo y para ello se apoyan en muchos datos y organismos nacionales e internacionales que coinciden en certificar que hay muestras claras de recuperación.
Al ciudadano de a pie, sin embargo, le cuesta todavía creer en la recuperación, porque el mercado de trabajo sigue con el encefalograma plano. Pero no es menos cierto que no se superará la crisis sin confianza en nuestras posibilidades de salir adelante.
