Arxiu

Modelo

Un sacerdote teintañero, José María Arizmendi, auspició la creación de Fagor y dio un gran impulso a la puesta en marcha de la Corporación de Mondragón, uno de los mayores y más exitosos movimientos cooperativistas del mundo. Aquella iniciativa visionaria fue el germen de un grupo económico muy diversificado que era el ejemplo señero de un sueño que ha resistido medio siglo de avatares, pero que se ha resquebrajado por los daños de la burbuja inmobiliaria y por las dificultades de adaptarse a la nueva situación económica.
El estallido de Fagor es el de una estrella caída, un desplome brutal que es una pésima noticia para los miles de afectados, para la sociedad y para la imagen de un modelo que la Corporación Mondragón había dignificado y consolidado como una opción de futuro. Hay que tener en cuenta que las cooperativas, al menos esa era la opinión más común, se entendían como un proyecto para pequeños negocios, con solvencia limitada y con una capacidad de expansión de escaso alcance, con la excepción de las orientadas al consumo doméstico.

Grupo Mondragón ha sorteado dificultades de todo orden y ha sabido modernizarse y limitar las cortapisas que frenaban su crecimiento. Los salarios, por ejemplo, incluso los de la alta dirección, eran un ejemplo de sobriedad, reflejo de la esencia solidaria del cooperativismo. El modelo era autosuficiente y ofrecía a los trabajadores una especie de red de seguridad etern, una garantía total.
Con el desplome de Fagor salta en pedazos un modelo ejemplar que deberá sufrir una seria amputación para evitar la gangrena del conjunto. El zarpazo de la crisis no respeta a nadie.

Comentaris
To Top