Opinió

El 11 del 11 a las 11

A las 11 horas del día 11 del mes 11 de 1918 se firmó el armisticio entre las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial (Inglaterra y Francia) y las vencidas (Alemania y Austria-Hungría). Desde entonces se celebra en el Reino Unido el llamado “Día del Recuerdo” o “Día de la Amapola”. En el puente del San Martín (el del magosto) de hace algunos años estuvimos unos días en Londres y vimos cómo se honra en ese país a los soldados muertos en la Gran Guerra (1914-1918). El domingo, 10 de noviembre, empezaron las conmemoraciones y las calles estaban abarrotadas, había bandas militares por todas partes, el césped de las iglesias estaba lleno de pequeñas cruces de madera clavadas en el mismo con el nombre de los soldados, familias enteras acompañaban a sus ancianos abuelos tocados con sus boinas granates y luciendo en sus chaquetas cruzadas de color azul las insignias militares, que seguramente no eran de los abuelos, sino de los bisabuelos, y todos, jóvenes y mayores, con sus amapolas en la solapa.

Y claro, inevitablemente, preguntamos: ¿por qué una amapola?. Y la respuesta fue: “porque esa planta al florecer llenó de flores rojizas los horribles campos de batalla en los que murieron los soldados”, y desde entonces es el símbolo que los recuerda. Con independencia de los actos oficiales se veía que aquello era una manifestación espontánea y sentida del pueblo, que el deseo de recordar era auténtico y que ese ánimo de honrar unía a los británicos, no los separaba.

Y eso que la Primera Guerra Mundial fue un sinsentido, hasta me atrevería a decir que fue una frivolidad si no fuera por los nueve millones de personas que murieron. Y aunque muchos ingleses también piensen que fue una guerra absolutamente innecesaria, ello no les impide reconocer el valor y el sufrimiento de sus antepasados y honrar su memoria y su sacrificio. Ese acto de honrar llegó hasta tal punto que el lunes, 11 de noviembre, cuando salíamos del Museo Británico, encontramos a grupos de personas paradas en el atrio y en silencio, y yo, sorprendido y sin enterarme de qué iba aquello, seguí caminando y al salir a la calle me topé a mucha gente –no toda- también parada y en silencio, y claro, preguntamos a un londinense, ¿por qué están parados y en silencio?, y con cara de asombro, como diciendo de dónde sale éste indocumentado, contestó como si fuese algo obvio: “Porque son las 11 de la mañana del 11 de noviembre”. Lo obvio para él era que a esa hora, exacta y concreta (11), de ese día (11), de ese mes (11), se firmó el armisticio que puso fin a la Gran Guerra en 1918. Y pensé, pero si hace casi 100 años de esa firma y lo siguen conmemorando casi como si ocurriese hace un par de años.

Pues ya ven, así honran a sus familiares combatientes en el Reino Unido. Nadie discutía si esa guerra fue justa o injusta, porque no se trataba de eso, sino de recordar el sacrificio de soldados que hicieron lo que les mandó su Gobierno, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que esos soldados o sus familiares estuvieran de acuerdo, incluso podrían aprovechar la primera oportunidad de votar para poner a su Gobierno de patitas en la calle, como hicieron con Winston Churchill, al que después de aclamarlo como un héroe porque lideró el país y ganó la Segunda Guerra Mundial a los nazis, en las primeras elecciones lo mandaron a su casa.

Cuando uno ve estos países con los mismos años de historia que España, pero con mucho más rodaje democrático, siente una envidia sana, porque ellos saben honrar a sus antepasados y ese ánimo colectivo une a la nación, no la separa. Hasta a mí me dieron ganas de comprar una amapola y ponérmela en la solapa. Lo cual no quiere decir que yo esté a favor de la guerra, todo lo contrario, pero sí estoy a favor de honrar a los que la han tenido que sufrir, sean vencidos o vencedores. Si es que alguien ganó en esa Gran (y absurda) Guerra iniciada hace 100 años.

“La Primera Guerra Mundial fue un sinsentido, me atrevería a decir que una frivolidad si no fuera por los nueve millones de personas que murieron”

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