Opinió

Transparencia

Los datos del Portal de Transparencia sobre los salarios del Gobierno señalan que el presidente del Gobierno gana bastante menos que cientos de altos cargos de la Administración. Una situación anómala ante la que el justiciero Pedro Sánchez ha tenido la ocurrencia de proponer una depreciación de los salarios de los muchos que ganan más que Rajoy. Sus propios compañeros han expresado su sorpresa y el partido ha procurado olvidar una sugerencia que recupera una vieja idea socialista: la de igualar por abajo.

El destape salarial del equipo gubernamental ha promovido la divulgación de las remuneraciones de los líderes en otras democracias de nuestro entorno. Y los resultados confirman que el presidente español está mal pagado, pero también que no es anormal que los colaboradores de los mandamases, asesores y altos funcionarios disfruten de remuneraciones muy superiores.

Los líderes políticos aceptan remuneraciones mucho más bajas que las que normalmente podrían obtener en otros destinos por razones de compromiso personal, por amor a la patria o por el incuestionable tirón de la erótica del poder. Saben que hay otra vida, habitualmente mucho mejor en términos de ingresos, después de ejercer las máximas responsabilidades políticas. O sea, que ese paso eventual es una inversión que luego se hace carne en forma de consejos de administración, presencia en organismos internacionales u otros retiros dorados en forma de conferencias excelentemente pagadas, amén del tráfico de influencias. Los políticos cuando sirven al Estado no están bien pagados, otra cosa es cuando se sirven de él.

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