Opinió

Trágala

La singular propuesta de Mas de ligar la anticipación de las elecciones a la presentación de una lista soberanista, de carácter transversal, liderada por el President, arrastraba un déficit democrático, pero tenía ventajas. La lista única ayudaba a disminuir los conflictos entre partidos con un programa común y también ponía sordina a las discrepancias. La salida defensiva de Mas no terminó de prosperar y se fue a una solución de elecciones anticipadas al calor emocional de la Diada.

Pero hasta final de septiembre queda mucho trecho, con las elecciones municipales a medio camino. Es ciero que cada partido tiene sus propios intereses, que las campañas y que los problemas de gobernabilidad, que equivalen a la búsqueda de acuerdos, van a levantar ampollas. CiU tiene su electorado y ERC el suyo. Y muchas historias de desencuentros, por no hablar de traiciones.

Y así las relaciones entre ERC y CiU perdieron fluidez a partir de la difícil gestión de un acuerdo de mínimos que acordaron Mas y Junqueras. Entre ambos líderes no hay amor, sólo interés en salvar la papeleta y evitar hacer el ridículo. La última decisión del partido de Junqueras de obligar a Mas a declarar en la comisión de investigación sobre el caso Pujol y la corrupción pública en Catalunya, tienen varias lecturas críticas, especialmente desde el punto de vista de CiU.

Aparecer en la escena parlamentaria para hacer frente a preguntas e insinuaciones es un trágala considerable. Las elecciones de septiembre son otra cosa, pero la desconfianza va erosionando las relaciones y demuestra que el bloque soberanisra no es un “pinyol”.

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