Opinió

La llengua de l’escola

En los años sesenta en La Concòrdia, en un entorno casi del todo castellanoparlante quisimos, que nuestros hijos, niños y niñas, se incrustaran no solo en nuestro barrio, sino también en el país. Se fundó la Guardería, la primera de Sabadell y, con el esfuerzo ante todo de Joan Franquesa, creamos los primeros grupos de Esplai de la ciudad: el Cau y después, para mayores, la Llar del Vent. Sin imposición ni discriminación alguna se fue asimilando la lengua catalana, con tanta naturalidad que lo tomaban como algo suyo, complementario primero y luego esencial en sus juegos y salidas al campo.
En aquellos años tan complicados se iniciaron las reclamaciones de todas las asociaciones de padres de la entonces llamada Escuela Estatal a favor de una Escola de Qualitat, Pública i Catalana.
En el meu cas, tots els meus fills i filles, que anaven a l’Escola Pública Concòrdia, a partir dels deu anys van acabar l’ensenyament primari a l’Escola Nostra Llar que, tot i ser privada, era capdavantera d’aquest moviment d’escoles a Sabadell i aplicava el mètode pedagògic Rosa Sensat.
Pasaron los años y cayó la dictadura, pero en los colegios el idioma vehicular siguió siendo el castellano; el catalán era algo complementario, añadido. Recuerdo los cambios y experimentos del “Font Rosella”, otra vez en La Concòrdia.
Pero la presión hacia una enseñanza pública y catalana siguió con fuerza hasta el año 1981 cuando surgió un debate que parece haber resucitado ahora con las propuestas y mensajes del gobierno del PP.
Aquell any es va publicar un “Manifest dels 2.300” que va ser portat, com passa actualment, a discusió als foros madrilenys, on s’indicava la possible pèrdua del castellà a Catalunya. Per altra banda, amb impuls de la Generalitat, a Sabadell es va posar en marxa l’Escola Catalunya . Aquesta escola seria ja catalana al ser el català l’idioma vehicular del projecte educatiu, tema que es va portar al Ple Municipal.
Com a portaveu del Grup Municipal Socialista en aquells anys jo tenia la responsabillitat de fer-ne l’exposició; el nostre vot va ser positiu, però amb cert recel, i així ho vaig exposar (D.S. 4-4-1981). No estàvem d’acord que a Sabadell, com a la resta de Catalunya, es formessin dos tipus d’escoles: les que tenien com a llengua vehicular el català, i les que continuaven tenint-la en castellà.
Denunciàvem aquesta segregació per idiomes dels nens a Sabadell, amb la creació d’una xarxa d’escola catalana i una altra no.
Tots, hi insistim, tots els colegis nacionals d’aquell moment, havien d’aplicar aquestes mateixes regles, donat que tots eren catalans i, de continuar amb aquell procés, significava separació.
Ahora no se entienden aquellos argumentos, pero entonces era más que probable que se hubieran formado dos grupos de catalanes, según la formación en una u otra lengua.
En 2015 parece que a algunos pocos “catalanes” les gustaría esta separación: unos colegios en castellano y otros en catalán, según la opción de los padres.
Después de los años de experiencia de la “inmersión” en las escuelas, los resultados son positivos. Nunca “todos” los jóvenes de Catalunya habían sabido leer y escribir en catalán como ahora, y además todos conocen igual o mejor que entonces el castellano. No creo que haya habido discriminación

La inmersión lingüística ha funcionado y debe continuar funcionando.
No obstante, ha habido errores externos a la escuela que crean resentimientos. No reconocer en distinciones oficiales de igual forma a los escritores catalanes, según escriban en catalán o en castellano; u otro ejemplo, en una de las propuestas de la posible Constitución Catalana sólo sería oficial el catalán, cuando el castellano es el idioma de, como mínimo, la mitad o más de los catalanes, ante todo en familia.

Volviendo a la escuela, es posible que en los tiempos actuales, donde el espíritu identitario lo ha impregnado todo, haya que hacer ciertas “adaptaciones”, o ver de qué modo los equipos directivos de las escuelas y la Conselleria d’Ensenyament pueden saber cuáles son necesarias, deben estudiarlo. Pero eso no significa “cambio” a lo que ha demostrado su eficacia: la inmersión lingüística.

Nunca debía haber llegado el debate de la lengua de enseñanza en la escuela a los partidos políticos, no sirve y es peligroso. Debe de ser una discusión y análisis de educadores. Los aspectos que haya que adaptar a la situación social e inquietud de alguna parte de la sociedad que puede nacer en algunos sectores deben ser estudiados. Se debería tener presente que, independientemente de las opciones políticas, somos ‘un sol poble’ y nos interesa a todos continuar siendo “un sol poble”.
Si la inmersión del catalán en la escuela ha funcionado bien como aprendizaje de las dos lenguas, debe continuar así.
Este es mi parecer como castellanoparlante.

“Si la inmersión del catalán en la escuela ha funcionado bien como aprendizaje de las dos lenguas, debe continuar así”

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