Opinió

Ciudadanos

Más que catalanes o españoles todos somos ciudadanos con derechos y deberes. Y con las necesidades propias de todo ser humano: alimentarnos, cobijarnos y vestirnos, para cuya satisfacción hace falta un trabajo, transportes, seguridad, educación y sanidad. Procurar que estos servicios funcionen, ésta es la misión de los políticos.
Pero cuando la política se ocupa principalmente de la identidad, relegando “la infraestructura”, es que estamos instalados en la alienación, que Marx atribuía a la religión y que ahora es propia del nacionalismo, “una religión por sustitución” según el psiquiatra Adolf Tobeña.
Nadie nace sintiéndose catalán o español: este ideario se inocula durante la infancia, en la familia y en la escuela. Si a la niñez se le enseñara que la humanidad es nuestra gran familia (Pi y Margall) porque todos los seres humanos tenemos las mismas necesidades y el mismo destino; si se les enseñara que nuestra patria común es la Tierra (Pi y Margall), probablemente se truncaría el “Antropoceno” o sexta y definitiva extinción que nos atenaza, esta vez por causa humana sin necesidad de que se produzcan catástrofes sobrevenidas.
Somos emocionales como el resto de animales, pero la diferencia es que los animales humanos tenemos conciencia de nuestras emociones y de ahí surgen los sentimientos y éste es el caldo de cultivo de religiones y nacionalismos, creencias muy difíciles de desprogramar con la razón a menos de que sus seguidores dejen de estar en permanente éxtasis.
En nuestro siglo XXI ha pasado el momento histórico de las pequeñas patrias y se imponen las grandes empresas multinacionales y los grandes espacios: Norteamérica, México, Brasil, Europa, Rusia, India, China y Japón.
Hoy por hoy, hay problemas interdependientes, planetarios y demasiado grandes para ser resueltos por entes nacionales. Un peldaño hacia un gobierno mundial es la Unión Europea, una asociación de “estados y ciudadanos”, y es en calidad de ciudadanos como debemos empujar a los estados para que alumbren una Europa supranacional.

España es mucho más que Rajoy, el Partido Popular y esta partitocracia que ha sustituido a la anterior autocracia. España también es León Felipe, poeta del éxodo, quien en “Romero sol”, que leyó en un encrespado ambiente del Ateneo madrileño una tarde del otoño de 1919, recitó: “Sensibles a todo viento y bajo todos los cielos, nunca cantemos la vida de un mismo pueblo, ni la flor de un solo huerto… que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.”
Francesc Pi y Margall, que firmaba con la y griega anterior a la reforma, nunca fue nacionalista. Destacó como historiador, periodista, crítico de arte, filósofo, jurista y economista. Fue un gigante. A su lado, los Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy son como enanos.
En 1877 Pi publicó en “Las nacionalidades”: “Cerco el motiu de les nacionalitats i no sé trobar-lo racional ni legítim… Federació ve del nom llatí “foedus”, que significa pacte”.
Si España, un Estado-nación en el que el sustantivo es el estado y la nación el adjetivo, reformara la Constitución y reconociera a Galicia, Euskadi y Cataluña como naciones y éstas, a su vez, fueran leales al Estado, saldríamos del “atzucat” en el que estamos, algo tan deseable como improbable porque hay demasiado odio acumulado.
Pocos meses antes de morir, en el discurso que pronunció en los Juegos Florales de Barcelona el 5 de mayo de 1901, resumiría Pi su posición: “Pàtria. Hi ha una pàtria per a tots els homes: la terra. Hi ha una pàtria que han fet segles de glòries i fatigues: la nació. Hi ha una pàtria que formen la mateixa llengua, les mateixes lleis i els mateixos usos i costums: la regió. Siguem catalans, espanyols, humans”.
Existe un partido cuyo eje es la ciudadanía, que actualiza “la soberania individual per damunt de la soberania nacional i la igualtat social de tots els espanyols” de Pi y Margall: es “Ciutadans-Partido de la Ciudadanía”.
He aquí algunos puntos concretos del ideario de C’s: suprimir las diputaciones provinciales, suprimir o reformar el Senado, suprimir el aforamiento, supresión del injusto cupo vasco, limitación de mandatos, nueva ley electoral (una persona un voto), pacto nacional contra la corrupción, sobre la justicia y la educación, rebaja fiscal a las clases medias, el corredor mediterráneo y trilingüismo (catalán, castellano, inglés).

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