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Wittgenstein

La feminización del lenguaje ha llevado a invenciones de palabras que se han hecho célebres -jovenas, miembras, portavozas- con las que las oradoras querían dar visibilidad a las mujeres. La siguiente etapa debe ser una campaña contra ciertas palabrotas que acaban en femenino. Es preciso comenzar a hablar de gilipollos y de idiotos, porque no hay motivo para que en esos calificativos se utilice solo el femenino plural. Si se habla de idiotas pareciera que el improperio va dirigido exclusivamente a las mujeres y no hay que perpetuar que esos insultos sean exclusivamente femeninos, y que se utilice ese género para referirse a los afectados de la mitad de la población cuando está demostrado que idiotos también sobran en nuestro país. Wittgenstein debe estar encantado con la cantidad de discípulos que le han salido por aquí. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”, dijo.

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