La otra cara. El Sabadell volvió a mostrar su mejor versión como local, tal como pedía un Miquel Olmo que, al contrario de lo sucedido en Murcia, esta vez sí supo contrarrestar el potencial ofensivo del rival. El Sporting, pese a su etiqueta de máximo goleador de la categoría, sufrió un auténtico cortocircuito en su zona de creación gracias al eficaz sistema arlequinado, con el trivote Juanjo-Antonio Hidalgo-Longás. Cierto que imperó el fútbol-control. Los dos equipos parecían más preocupados en defender su viña que en buscar la portería rival. Mucho respeto mutuo y escasísimas opciones de gol por no decir ninguna. Sólo un disparo algo desviado de Isma López y un par de aproximaciones locales sin demasiada convicción. Esta misma tónica se mantuvo en la reanudación, incluso con mayores imprecisiones por ambos bandos. Sin embargo, el Sabadell pareció creer más en la victoria y empezó a achuchar. La entrada de Collantes, que no pudo salir de inicio por no estar al cien por cien, resultó fundamental para revitalizar el ataque local. Ello coincidió con la absurda autoexpulsión del visitante Sánchez Jara, quien apenas duró dos minutos sobre el césped. Una patada sin balón a Antonio Hidalgo le mandó a la ducha. Ello facilitó el arreón arlequinado en un cuarto de hora final de asedio sobre la portería de Alberto García. La afición también empujó lo suyo y llegó el premio. En el minuto 84, Collantes burló a la zaga sportinguista y su medido centro al corazón del área encontró la cabeza del omnipresente Aníbal. Un testarazo inapelable que desató el delirio en la Creu Alta. Tamudo, que reapareció tras varias semanas de ausencia, puso la rúbrica en el 89′ al aprovechar con gran oficio un balón que se le escurrió de las manos al meta Alberto. Un gol de ‘murri’ que propició la fiesta arlequinada. Tres puntos de oro para acercarse a la permanencia… y quizá volver a soñar si se consigue enderezar el rumbo fuera. De momento, en casa el Sabadell sigue siendo muy fiable. 
