Tropiezo muy peligroso. El Sabadell falló en la Creu Alta en el momento más inoportuno. Cuando tenía la oportunidad de distanciarse de dos rivales directos como Barça B y Recreativo, ofreció su peor cara en casa desde que Mandiá se sienta en el banquillo. No le salió nada. Fue una tarde desesperante. Empezó mal al confirmarse la baja de Collantes, pieza clave en el engranaje ofensivo del equipo, y continuó peor al lesionarse Antonio Hidalgo antes del minuto 10. Le suplió Marcos pasando Sotan al centro del campo. Un experimento que volvió a fracasar con estrépito. El Alcorcón ganó claramente la partida en esa parcela y dominó incluso con autoridad. Eso sí, tampoco se acercó con peligro al área de Nauzet. La consigna arlequinada parecía centrarse en evitar errores y aguardar la oportunidad. Ésta nunca llegó. Salvo un barullo en un córner en que Kiko remató alto, el Sabadell jamás inquietó a Javi Jiménez. El mazazo se produjo al filo del descanso en un córner pésimamente defendido. Nauzet salvó un primer remate, pero poco pudo hacer en el segundo del peleón central Djené, quien completó un partidazo anulado a Aníbal. El 0-1 cayó como un jarro de agua helada entre la animosa afición sabadellense. Por cierto, de los 7.200 ante el Racing se pasó a 5.200. Incomprensible. Se esperaba una reacción corajuda en la reanudación, pero nada más lejos de la realidad. Incluso perdonó el Alcorcón el 0-2 en un contragolpe. Mandiá dio entrada a Benja para buscar el juego directo. Tampoco funcionó. Los minutos fueron pasando sin que se atisbara la opción siquiera del empate, un mal menor dadas las circunstancias. Tardó demasiado Mandiá en apostar por el joven Pol Roigé, quien en poco tiempo hizo más que otros. No bastó. Sólo en los compases finales se acarició el gol en un remate de Marcos fuera. También Nauzet subió a rematar la última falta e incluso rozó el balón, que se marchó desviada entre la decepción de la grada. Una tarde para olvidar que vuelve a complicar la situación, pendientes de los resultados de otros rivales directos y con la amenaza de huelga sobre el tapete. El fantasma del descenso vuelve a acechar con fuerza en la Creu Alta. 
