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El Sabadell evita el cataclismo en el último suspiro (1-1)

Agonía. Un gol del central Kiko Olivas en el minuto 92 evitó el triunfo del Llagostera y el cataclismo absoluto en la Creu Alta. Un punto que puede parecer insuficiente, pero al menos permite sumar por tercera semana consecutiva y mantener encendida la calculadora. Eso sí, para cumplir con la famosa ‘media inglesa’ de Mandiá tocará ganar en Girona. La torrencial lluvia caída en los prolegómenos ya fue un mal presagio. Dejó el césped bastante maltrecho y el Llagostera, más físico, se adaptó mejor de inicio, al margen de poner una marcha más al juego, algo incomprensible con lo que se estaba jugando el equipo arlequinado. En los primeros 20 minutos mandó con autoridad el conjunto de Lluís Carrillo/Oriol Alsina. Le anularon un gol a Querol por una presunta falta, Nauzet evitó dos veces el 0-1 y tanto fue el cántaro a la fuente que se rompió, cuando Juanjo cabeceó a la red un balón colgado ante la pasividad local. Era el m. 24 y el Llagostera había hecho su parte del trabajo. Después, se echó atrás, puso el cerrojo y a base de pelea, colocación y gran trabajo defensivo maniató a un Sabadell que se empeñó en tocar sin profundidad. Apenas una media ocasión de Collantes y, eso sí, un penalti a Gato no señalado al filo del descanso. Demasiado poco. En la reanudación sí se acentuó la presión arlequinada, ya con Marcos sobre el campo. El Sabadell tuvo una posesión aplastante y prácticamente encerró al Llagostera en su área. Sin embargo, sin crear demasiadas ocasiones claras. El meta René sólo detuvo un cabezazo de Aníbal, muy bien sujetado toda la tarde. Gato y Antonio Hidalgo remataron fuera. La entrada de Benja fue demasiado tardía. En la recta final, con el Sabadell a la desesperada pudo llegar la puntilla en un par de contragolpes visitantes. Y en el último suspiro un cabezazo de Kiko Olivas a centro de Cristian permitió salvar los muebles y evitar una derrota con sabor a funeral anticipado. Nadie puede negar entrega y esfuerzo aunque faltaron ideas y sobró desacierto. Es el peaje de esta situación. Los 2.800 fieles que desafiaron una tarde de perros al menos se marcharon con ese sabor agridulce del empate. Pudo ser mucho peor.kiko cabezgato llag

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