El proceso soberanista parece que no pasa por su mejor momento, y al decir de algunos sondeos va perdiendo fuelle y respaldo social. Según una encuesta reciente, el voto en contra se impondría claramente en un hipotético referéndum sobre la secesión de España. El no es actualmente mayoritario y paradójicamente va creciendo desde el 9 de noviembre. Pero no es menos cierto que el sí al independentismo sigue manteniendo un elevado respaldo social, del orden del 44%, que es un porcentaje muy respetable y más si se tiene en cuenta que la agitación soberanista se reserva para mejores momentos.
No menos significativo resulta que casi la mitad de los encuestados muestra su rechazo a la hoja de ruta soberanista de Mas-Junqueras, rechazo que alcanza a más de la cuarta parte de los votantes de CiU. Y la mayoría exige una mayoría muy reforzada, bastante más que la mitad más uno, para afrontar la independencia. Un marco complicado si se tiene en cuenta la oposición al proceso de España y la frialdad de Europa, que no quiere problemas adicionales.
El nuevo estado de opinión puede influir de forma notable en el escenario electoral. Los partidos clásicos pierden fuerza, crecen los nuevos que no han tenido responsabilidad de gestión, y ERC sube, pero menos, de tal forma que los partidos independentistas no tienen claro alcanzar una mayoría suficiente. El futuro puede ser un mosaico difícil de componer.
El proceso puede devorar a Mas, al que las encuestas le vaticinan una pérdida de fuerza parlamentaria. Es difícil imaginar que su porvenir sea el convertirse en segundo de Junqueras. Los suyos no se lo perdonarían.
