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Brotes verdes

Tan negativo es el clima económico que la mayoría no repara en algunos datos, ciertamente escasos, que permiten vislumbrar una visión más esperanzadora. La mención de brotes verdes evoca desconfianza, entre otras razones porque los que se anunciaron se  marchitaron en un abrir y cerrar de ojos, y porque una flor no hace primavera. Y, sin  embargo, algo se mueve y se avizoran algunos indicios alentadores.
En el pasado agosto, España recibió ocho millones de turistas, una cifra récord en una actividad decisiva para la economía nacional, uno de los motores que afortunadamente sigue funcionando a todo gas. Se temía que la llegada de turistas se resintiera como consecuencia de la situación recesiva de muchos mercados emisores, pero la primavera árabe y la inestabilidad de algunos mercados próximos, y el crecimiento de los visitantes rusos, sirvieron para que el balance fuera más positivo de lo esperado.
Positiva es también la mejora de la balanza comercial, uno de los pocos terrenos que paradójicamente ha resultado favorecido por la crisis. Las exportaciones siguen aumentando y las importaciones se retraen moderadamente, lo que se traduce en una apreciable disminución del déficit comercial. Y no deja de ser llamativo que con la zona euro España registre un superávit de 4.684 millones de euros,
La caída ininterrumpida de la demanda interna obliga a mirar al exterior para intentar subsistir y la deflación salarial y de otros costes facilita una mejora de la competitividad, lo que explica la favorable respuesta del sector exterior. Lo preocupante es que esa competitividad se fundamenta más en la caída de salarios que en la mejora de la eficiencia.

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